Al intentar contar la historia de la iglesia de Loreto
tenemos que huir de odiosas comparaciones. La verdad, nos ha tocado gestionar
dos parroquias completamente distintas y con distintas historias; una del siglo
XIII, la otra del XX.
Llegados a este punto, muchos autores y libros
acompañan la historia de Sta. María, bastantes menos la de Loreto. Y es que el
siglo XX, prácticamente, ha sido antes de ayer. Podríamos hablar de modernismo
pero, mejor, utilizaremos una historia más llevadera, más de “andar por casa”.
Veréis que comienzo el artículo hablando de D. Emilio
Caprile y su familia. Sí, D. Emilio fue el gran promotor y benefactor (también
de Sta. María) de esta iglesia, pero en el origen de todo está un viaje por la
costa cantábrica y su paso por Laredo. Y aquí haré, ahora, una mención especial
a la esposa de D. Emilio, “Rina” (Cesarina) Stucchi, ya que, según me cuentan, fue
ella la que quedó prendada de la imagen que proyectaba aquel Laredo de antaño,
la que decidió instalarse aquí y la que fue “el hilo del abanico” de la familia
Caprile-Stucchi hasta su fallecimiento en 1992.
Hecho este prologo, vayamos con la historia…
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Iglesia de Ntra. Sra. de Loreto (Laredo) poco antes de su terminación en 1965. |
IGLESIA
DE NUESTRA SEÑORA DE LORETO. LAREDO.
El origen de esta singular iglesia viene de la mano de
D. Emilio Caprile Poloni, empresario italiano que hacia 1949, recorriendo la
costa cantábrica con su familia, a la vuelta de un viaje a Luarca (Asturias), al
pasar por Laredo y llegando al Alto, él y los suyos quedaron prendados de la belleza
de nuestra bahía. Así, en 1950 deciden comprar un chalet al lado de la playa
(Villa Lario) y comienzan a pasar aquí largas temporadas.
D. Emilio Caprile había fundado en Madrid, en 1940, la
Fábrica Española de Magnetos (FEMSA), dedicada a la construcción de equipos
eléctricos de automoción. En 1955, después de su establecimiento en Laredo,
compró unos terrenos de marisma en Adal-Treto donde levantó otra factoría de
FEMSA.
Fruto de la iniciativa de este hombre se construyó,
entre 1963 y 1965, la iglesia de Ntra. Sra. de Loreto, cuyo objetivo era
prestar servicio religioso a los numerosos veraneantes de la villa en la zona
del Ensanche.
El proyecto primigenio no era tan amplio como el actual
que obedece a una reforma posterior (1975). Conserva hoy la estructura de una
nave industrial sin más pero, paradójicamente, su proyecto inicial, de un solo
cuerpo, se asemejaba mucho a un “hangar de aviación”. Parece ser que no por
casualidad; tanto su diseño como su advocación de Ntra. Sra. de Loreto[1], se deben a que D. Emilio realizó
el servicio militar en aviación, siendo la Virgen de Loreto patrona de las
fuerzas aéreas y de la aeronáutica[2].
El primer estudio de la obra fue encargado al
arquitecto D. Ramón Canosa de los Cuetos y se ha llegado a atribuir el proyecto
definitivo al arquitecto D. Ángel Hernández Morales, pero parece que sus
diseños fueron rechazados. Más bien será el equipo técnico de la anteriormente
citada empresa FEMSA quienes desarrollaron este trabajo bajo la supervisión y
las indicaciones del mismo propietario que, además, corrió con todos los gastos.
Este edificio, como hemos citado, conserva cierto
carácter de construcción industrial (fábrica o hangar) y su diseño huye de
convencionalismos con ausencia de referencias a otros espacios religiosos típicos,
además de usarse en su arquitectura nuevos materiales (hormigón, metal, madera,
fibrocemento…) que dan como resultado una iglesia tan rara como interesante.
El proyecto inicial se concluye en 1965 y consiste en una
nave limpia de planta rectangular. La estructura está formada por pórticos
metálicos de pilares de celosía y cerchas poligonales que se ocultan en el
doble cerramiento de fachada y tras el falso techo. Solo el muro del
presbiterio está chapado en piedra, el resto de los paramentos están recubiertos
con tabla de madera, incluso los dos planos inclinados del techo. Las cerchas
se peraltan en sus apoyos para trazar dos bandas de luz a lo largo de la nave,
abiertas entre las dos aguadas de cubierta y la coronación de las fachadas. En
el exterior las fachadas se cierran con paneles de hormigón prefabricado (Durisol),
material utilizado en la construcción de las naves en FEMSA y que, en origen,
eran de color gris claro.
Un muro blanco delante del testero oeste donde se
coloca la escultura de la Virgen (imagen en piedra obra del famoso escultor cántabro
Jesús Otero) hace de fachada principal —el acceso original a este templo estaba
ubicado en los laterales— y a sus pies
se coloca un pequeño estanque con azulejos (gresite azul) que se suministra de
agua de un canalón del tejado.
Tras este muro, el coro en primera planta protege el
acceso a la nave.
El testero oriental también incorpora un muro blanco,
pero en este caso está enrasado con la fachada, y se perfora con una cruz
cristalina (de color rojo) en su centro para introducir luz hacia el altar.
Bajo la cruz se coloca el sagrario (ahora en un lateral).
Las placas de fibrocemento de cubierta, las traslúcidas
de las bandas de luz, los prefabricados, todas las soluciones constructivas son
evidentes y no hay intención de enmascararlas minorando un carácter que pudiera
parecer industrial en exceso.
La torre-campanario, metálica, en un momento inicial
era más alta pero en una reparación posterior se rebajó en altura por
cuestiones de seguridad (y se le añadió un pararrayos). Esta se realizó con
estructura tubular pintada en blanco. Se compone en origen con seis cuerpos y
un remate, en un principio asimétrico, que porta una cruz y bajo ésta se colocó
una campana.
El edificio que contemplamos en la actualidad es el
resultado de una reforma de 1975, diez años más tarde de concluirse la iglesia
original (ya que esta iglesia enseguida se quedó pequeña). En aquel año se
construyó la ampliación del coro uniéndole a dos galerías laterales que
necesitaron de dos líneas de pilares metálicos en la nave para su apoyo. También
se amplió la nave hacia el norte, se añadieron nuevas dependencias adosadas a
la fachada sur y se reformó el cuerpo de ingreso centralizando la puerta eliminando,
previamente, el pequeño estanque. Como resultado el interior de la iglesia de
Ntra. Sra. de Loreto perdió claridad y la sinceridad constructiva del primitivo edificio.
Por causas diversas no se llegaron a realizar todas las
reformas proyectadas.
Todo el recinto tenía y conserva un cierre perimetral,
bajito, en piedra.
Obra del famoso escultor cántabro Jesús Otero[3], originariamente estuvo
colocada en la calle, en el testero oeste, en el mismo lugar que hoy ocupa.
Tiempo después se trasladó al interior de la iglesia, al
testero oriental, y fue colocada sobre una especie de ménsula, a la derecha de
la cruz traslucida, al lado de la puerta de sacristía. Ahí colocada se pintó de varios colores que, en su
cuerpo, imitaban un lujoso manto y la
Virgen y el Niño tuvieron una corona plateada.
No ha muchos años, además de pintarse en color la fachada
de la iglesia (los paneles de hormigón prefabricado), el párroco pidió permiso
para volver a colocarla en su ubicación original, en el exterior, en el lugar
que hoy ocupa, pero sin corona ni colores. Desconozco si se limpió su pintura o
se repintó en un solo tono. Yo, en sus inicios, la recuerdo gris.
El espacio interior, que volvió a quedar vacío, hoy lo
ocupa una imagen de Virgen con Niño y “La Casa de Nazaret”, en clara alusión a
la historia de la Virgen de Loreto.
Al ser una iglesia carente de imágenes (o con muy
pocas), en época reciente se colocó una talla de madera, de gran tamaño, de Jesús
Resucitado, justo delante de la cruz traslucida del testero oriental. Imagen
que, desde entonces, preside el altar.
Fernando
Baylet.
Bibliografía: ARQUITECTURA
RELIGIOS EN CANTABRIA. “1965-1970 Cambio Litúrgico y modernidad”. Luis Alberto
Alonso Ortiz. 2005. Real Academia de la Historia. Conversaciones con Jesús
Rivas Puente (párroco jubilado de Ntra. Sra.de Loreto).
[1]
Desde el año 1191 los cruzados, que habían
conquistado la ciudad de Acre y que gobernaban Palestina, protegían la casa
donde vivió la Virgen María junto con Jesús y San José. Ante la invasión de
Palestina y la pérdida de control de los cruzados en Tierra Santa, los
cristianos se vieron obligados a trasladar la casa al completo en 1921. Y es
aquí donde empieza la leyenda.
Jesucristo envió ángeles a
proteger su Santa Casa y les mandó que movieran la casa a un lugar seguro. Es
así como el 12 de mayo de 1921 los ángeles trasladaron la casa hasta un pequeño
poblado llamado Tersato, en Croacia. A
la mañana siguiente, los vecinos se asombraron al ver la casa y que
además no tenía cimientos y no se
explicaban cómo había llegado ahí. Entraron y vieron un altar de piedra, en el
altar había una estatua de cedro de la Virgen María, que tenía al niño Jesús en
sus brazos. Pasaron los días y los que vivían en el pueblo, seguían sin
entender que era lo que había ocurrido, hasta que unos días después, supieron
que se trataba de la Santa Casa cuando la Virgen se le apareció a un sacerdote
que se encontraba muy enfermo y le contó el milagro. El sacerdote se sanó
inmediatamente y anunció al pueblo el milagro que había ocurrido. Y es así como
comenzaron las peregrinaciones al lugar. Los residentes del pequeño pueblo
construyeron sobre la Santa Casa una edificación sencilla para protegerla.
Pero esta mudanza a tierras
croatas duró poco. Tres años y cinco meses después, en la noche del 10 de
diciembre de 1294, la casa desapareció de Tersato para no volver. Nuevamente
fue trasladada por los ángeles a Italia, a un bosque de Laureles, de ahí el
nombre de Loreto (lugar poblado de laureles). Pero tampoco fue su ubicación
definitiva, los ángeles la volvieron a desplazar hasta un monte de piedras
cercano a la vía principal que llevaba a Recanati, cerca de la costa de Italia,
donde todavía sigue. La historia se vincula a los aviadores, por ser los
ángeles quienes fueron los que trasladaron la Casa de un lugar a otro, para
ponerla a salvo.
La Virgen de Loreto fue constituida
por el Papa Benedicto XV como patrona de todos los aeronautas el 24 de marzo de
1920.
[2]
Esta historia me la contó el anterior párroco, D. Jesús Rivas Puente, que recibió información
de primera mano, del propio D. Emilio Caprile, un día que estuvo invitado en su
casa.
En 1920 realizó su primera escultura, una cabeza
humana. Estudió con Mauro Muriedas y los canteros de la obra del edificio del
Banco de España en Santander.
Asistió a la Escuela de Artes y Oficios de Torrelavega
y, gracias a una beca de la Diputación Provincial de Santander, a la Escuela de
Bellas Artes de San Fernando de Madrid, junto con Santiago Montes (1929-1931).
Conoció a Daniel Alegre, Flavio San Román, Ricardo Bernardo, Gerardo de Alvear,
Victorio Macho, etc. Durante la Guerra Civil fue nombrado delegado de Bellas
Artes en Santillana del Mar. Participó en la Exposición Nacional de Bellas
Artes con la obra Ternera dormida (1936). Condenado a muerte tras el triunfo
del franquismo, sufrió cárcel en Santander, Burgos, Alcalá de Henares, El Dueso
y Bilbao, aunque fue indultado. Durante la dictadura fue marginado por parte de
algunos cenáculos culturales. Estableció sin embargo fructíferos contactos con
la Escuela de Altamira y el grupo artístico de la revista santanderina Proel.
La obra de Otero, realizada básicamente en un solo
bloque de piedra, aunque también en madera, tiene temática religiosa,
animalística y de figura humana (bustos, sobre todo) y tiende a la concisión
geométrica. Tuvo también una prolífica producción heráldica. Entre las
exposiciones que protagonizó, destacan: Escultores Montañeses de Hoy (1961),
Escultores Cántabros Actuales (1978) y Pintores y Escultores Contemporáneos
Cántabros (1980). Se le ha dedicado un museo, con buena parte de sus apuntes,
materiales de trabajo y piezas escultóricas, en su villa natal (inaugurado el
19 de marzo de 1994).
(Biografía: Real Academia de la Historia).
Mi familia compró un apartamento en el ensanche en el año 1964 y recuerdo de niña ir a misa a Loreto creo que a las 10 se la mañana en la que se oficia a en francés porque por aquel entonces Laredo estaba llenito de franceses.
ResponderEliminarSí, efectivamente.Yo he vivido allí hasta hace poco. Mis recuerdos de niño son de Carlos V. Y, sí, había muchos franceses (hablaremos de ello) y gente de Madrid, Bilbao, Burgos... y hasta de Santander. Recuerdo el sonido primigenio de la campana que parecía decir "Pompidou". Luego se cambió por una avería. Y el "pleno" fue aquel Camping Carlos V. Había gente de mil países, más gente que "en la guerra". Bueno, siempre nos quedará la iglesia, esa.
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